Tener menos para soñar más

Estrategias creativas y constructivas para enfrentarnos al cambio climático y la transición ecológica

Antes de  compartir una reflexión sobre el tiempo que viene y la transición ecológica nos parece necesario compartir otra previa sobre el tiempo que pasó ¿Qué podemos rescatar de una década dominada por la crisis? ¿Qué hemos aprendido en estos últimos diez años?

La crisis, primero financiera, luego económica y posteriormente institucional dejó a su paso una gran cantidad de personas desubicadas. Puestos de trabajo perdidos, migraciones interiores y exteriores, replanificaciones profesionales, reestructuraciones familiares.

Muchos tomaron decisiones individuales para adaptarse a la nueva situación, pero a la vez muchas de estas personas se encontraron en los espacios públicos y, juntas, entendieron que la ausencia de recursos era también una oportunidad para crear relaciones de apoyo ajenas a un entorno tan hostil. Llegado un punto estas relaciones ya no fueron sólo una forma de soslayar la realidad, sino una propuesta de vida que confrontaba directamente con la realidad.

Mientras escribimos esto estamos pensando obviamente en el terremoto que supuso el 15-M, pero más concretamente estamos pensando en espacios y personas como el Campo de Cebada y su asamblea vecinal, o en el proyecto Autobarrios Sancristóbal y su plataforma formada por diversos agentes de dentro y fuera del barrio. O en la Red de Huertos Urbanos de Madrid, que quizás sea el mejor ejemplo de cómo un movimiento que se basa en una idea de legitimidad, en este caso el derecho a revitalizar lugares abandonados de la ciudad para disponer de un espacio de cultivo no productivo, logra alcanzar una masa crítica suficiente para interlocutar con el Ayuntamiento de Madrid y alcanzar el estatus de legalidad a través de un proceso de regularización.

Los ejemplos son muchísimos, ya no sólo en Madrid. Durante estos diez años y en diferentes partes del mundo, las comunidades ciudadanas han creado proyectos en el espacio público que han aportado ciertas cualidades al espacio urbano que el planeamiento técnico y tradicional no era capaz de producir. Sin ánimo de resumir un panorama que ha sido extraordinariamente complejo y variado, nos gustaría destacar tres de los fenómenos más comunes que hemos podido observar en nuestros acercamientos colaborativos a estos lugares:

Diálogo. Las comunidades que construyen y cuidan un espacio, experimentan un proceso de diálogo y comprensión entre sus miembros necesario para la gestión del día a día. Pero ese proceso de diálogo salta de escala cuando estos espacios se transforman en un servicio para la ciudad. Uno de los más bellos ejemplos que conocemos es el de Esta es una Plaza, un huerto urbano de Madrid que es también un oasis en la densidad y ajetreo del barrio de Lavapiés, lo que ha hecho que se convierta también en un espacio de crianza en un barrio que carece de espacios verdes.

Imaginación y deseo expandido. En ese cruce continuo de necesidades y soluciones que son las asambleas de proyectos vecinales, las respuestas a problemas básicos no se pueden resolver con recursos económicos. Decía Jaime Lerner, exitoso alcalde de Curitiba, que la creatividad comienza quitando un cero del presupuesto y estos proyectos son un ejemplo constante de ello.

Autonomía y proactividad. Al asociarse, los ciudadanos descubren que pueden superar desafíos que individualmente no podrían. Alcanzar esta certeza supone un giro y un cambio de actitud en las personas, que pasan de ser ciudadanos a ser ciudadanía.

Proyecto Autocole Ideo. Una tubería gigante se convierte en un divertido tobogán en la escuela Ideo, Madrid. Imagen © Creative Commons 4.0 unported, BY-NC-SA

Proyecto Autocole Ideo. Una tubería gigante se convierte en un divertido tobogán en la escuela Ideo, Madrid. Imagen © Creative Commons 4.0 unported, BY-NC-SA

En fin. De aquí venimos. La crisis -parece que- ha pasado, pero cierto o no, llegan nuevos retos que vienen a acumularse a los que todavía no hemos superado. Están ahí en las noticias que escuchamos cada día: baja tasa de natalidad, paro, identidad territorial. No vamos a entrar en ello ahora. Pero sí hay uno que nos interesa especialmente por la lectura que entendemos que se está haciendo, y es el cambio climático y la transición ecológica.

La cuestión está ahí, para nosotros su existencia y su trascendencia no es discutible. Posiblemente aún no somos conscientes de lo que significa revertir esa situación. ¿Alguien se imagina que sólo pudiéramos volar una vez en la vida? ¿O que no pudiéramos acceder a ningún producto que fuera producido más lejos de 200 km de donde vivimos? En definitiva, ¿seríamos capaces de afrontar una transición ecológica basada en medidas drásticas de renuncia a nuestros hábitos? Posiblemente no, o no sólo.

Antes de que pase eso, y queda poco tiempo, sería más interesante amplificar esta actitud proactiva y propositiva que se ha generado en los espacios públicos de gestión ciudadana, donde los problemas se convierten en oportunidades para pensar formas de vida más felices.

Basurama, un colectivo enfocado en la actuación en los procesos productivos, la generación de desechos que éstos implican y las posibilidades creativas que suscitan. Imagen © Basurama.

Basurama, un colectivo enfocado en la actuación en los procesos productivos, la generación de desechos que éstos implican y las posibilidades creativas que suscitan. Imagen © Basurama.

Sirva de humilde ejemplo nuestro proyecto Re-use Labs. Ante la abundancia de materiales públicos de los que disponen casi todos los ayuntamientos de ciudades, estos optan por estrategias de almacenamiento perpetuo o en el mejor de los casos, de revalorización de los materiales a través del reciclaje (sin olvidar que el reciclaje es un proceso industrial que también consume recursos). Frente a esto, Re-use Labs propone una vía más circular, diseñando protocolos que permitan de una forma sencilla que estos materiales tengan una segunda vida y puedan ser empleados en proyectos ciudadanos, volviendo a dar un servicio público.

No habrá una sola manera de enfrentarnos a la transición ecológica, pero unas estrategias serán más creativas, más constructivas y nos permitirán ser más felices y crear mejores formas de relacionarnos. Nosotros apostamos por estas.

Imagen principal: La transformación del patio del CEIP Aravaca, Madrid, en colaboración con los alumnos utilizando residuos. Imagen © Creative Commons 4.0 unported, BY-NC-SA